Mi receta publicada en Vida Mediterránea
Una
peculiaridad de esta coca es que no lleva harina y lo hace muy especial para
aquellos intolerantes al gluten o celiacos y tampoco lleva ningún tipo de
lácteos.
En principio
se la denominó coca de patatas, pues cuentan que un labrador de la zona de la
Marjalería de Castelló fue el inventor de esta delicia, pues dispuesto a
preparar una coca tradicional, se dio cuenta una vez iniciado el proceso, de
que no tenía harina y sí patatas hervidas, por lo que provo de añadirla en
sustitución de la harina y el resultado fue tan espectacular que dio el salto a
la capital convirtiéndose en un dulce típico para ser consumido los domingos.
Tras algunos años en el olvido, el Ayuntamiento y el gremio de pasteleros,
resucitaron la ahora llamada coca de Castellón convirtiéndose en producto
souvenir de la ciudad.
Lo
sorprendente es que nadie notara al final que lleva patata y no harina, dada su
jugosidad y sabor.
Vamos pues a
cocinar este delicioso “bizcocho”. Las cantidades según gustos, pero hay que
tener en cuenta las proporciones. Así que para,
3 o 4
patatas (500 gr de puré), necesitamos:
500 gr de
azúcar
250 gr de
almendra molida (repelada o no)
6 huevos L o
XL
1 limón
En primer
lugar pondremos las patatas con su piel a cocer en agua hasta que estén
cocidas. Una vez hechas las patatas, las pelamos sin quemarnos troceamos y en
un bol las machacamos con un tenedor sin pasarnos. No queremos un puré
demasiado fino, mejor algo tosco pero sin grumos. Reservamos para que atempere,
lo ideal es que estén a temperatura ambiente. Necesitamos la cantidad de 500 gr
de puré.
Enchufamos
el horno para precalentarlo a 180º.
Separamos
las yemas de las claras de los huevos. Montamos a punto de nieve las claras,
bien con máquina o con varillas. Es importante añadirle una puntita de sal pues
nos ayudara mucho que suban.
Miramos que
la temperatura de la patata esté correcta y le añadimos las yemas y mezclamos
ayudándonos de una cuchara o mejor una lengua.
Vamos
añadiendo poco a poco el azúcar, envolviendo siempre. Después igualmente
haremos con la almendra y le rallaremos la piel del limón.
Por último
añadiremos poco a poco las claras montadas, siempre haciendo movimientos
envolventes para mezclar.
Tendremos un
molde preparado al que habremos engrasado con aceite de girasol, mantequilla o
margarina. El molde puede ser redondo, rectangular… al gusto, pero eso sí,
adaptado al tamaño.
Llenamos el
molde con la mezcla que hemos hecho y lo metemos al horno.
Dependiendo
del horno, necesitará alrededor de media hora. Una señal inequívoca de que está
en su punto es meterle un palillo en el centro, si sale limpio la coca ya está
hecha.
Si veis que coje
mucho color y aún no está terminado, taparlo con un papel de aluminio.
Desmoldar
aún en caliente y dejar que enfríe. Sobre una rejilla al aire sería lo ideal.
A la hora de
servir, podéis espolvorear con azúcar glass por encima. A gustos.