Necesitamos:
1
kilo de miel,
2 kilos y medio de almendras enteras repeladas
Un cuarto de azúcar
6 claras de huevo
Tostaremos las almendras extendiéndolas en
una bandeja al horno, con cuidado de que no se nos quemen, removiéndolas de vez
en cuando.
Se pone encima de una estufa de leña,
una cazuela de barro, donde hemos puesto un kilo de miel y un cuarto de azúcar,
y empezamos a remover con un palo o cuchara de madera.
Coceremos, sin parar de remover al menos
durante hora u hora y media, y veamos
que se ha hecho una mezcla espesa, homogénea y parezca una textura tipo
caramelo, retiramos del fuego y añadiremos
las claras montadas a punto de nieve y seguimos removiendo sin parar, hasta que
se forme un merengue y que notemos que empiece a endurecer y cueste de menear
por haberse evaporado el agua que contiene la miel. La clara de huevo clarificará la mezcla.
Ponemos de nuevo al calor y añadimos las
almendras y seguimos mezclando todo bien, sin retirar la cazuela de encima de
la estufa. Se puede hacer también sobre una plancha, etc. Lo importante es
mantenerla caliente para que no endurezca del todo, y sobre todo, con cuidado
de que ya no cueza.
Cuando ya esté bien mezclado, pondremos
en una bandeja un papel de oblea, y extenderemos
la pasta del turrón por encima, repartiendo y apretándolo bien por todos los lados hasta conseguir
que todo quede homogéneo. Se le pone otra capa de papel de oblea encima y se
aprieta para que se pegue. Ya tenemos una pastilla gigante de alrededor de tres
kg y medio de turrón de los denominados duros de Alicante.
Ahora, con un cuchillo muy afilado, y
mientras la pasta esté aún caliente, lo cortaremos en porciones y podemos enrollarlos
en film para guardarlo.
También podemos forrar unas cajas de
madera con papel de hornear y llenarlas con el turrón a modo de pastillas, sin
utilizar obleas.
Podemos hacer tortas redondas mucho más
finas de grosor entre obleas.