RECORDS DE LA MEUA INFÀNCIA. PUBLICAT EN EL DIARI LES PROVÍNCIES
26-07-2014.
Hoy era un día de ajetreo para mi abuelo, estaba preparándose porque
en la madrugada del día siguiente emprendería el
camino a “les foies” de su propiedad y que no eran más que bancales estrechos que se encontraban en las laderas de las
montañas, hechos con muros de piedra para evitar las fuertes
pendientes y que eran casi inaccesibles.
Para mí, sería mi primera aventura, pues
le acompañaría.
Para ello, bajó de la “palliça” (pajar) la albarda que nos serviría para subir a lomos
de la burra y bajar luego con los sacos llenos de algarrobas.
Mientras tanto, mi abuela iba a preparar para comer, arroz caldoso
de verano. La huerta marcaba los ingredientes y el arroz era uno de los platos
fundamentales en la cocina valenciana.
Puso la olla de hierro colado sobre los hierros de la lumbre, y
empezó a sofreír unos trozos de conejo y
de pollo del corral que había
previamente salado. Cuando estaban dorados añadió tomate rallado y poco después
las judías de “careta” cortadas a trozos
cogidas de la huerta. Removió y al momento añadió el azafrán previamente tostado sobre la tapa
de la cazuela envuelto en papel, tapó con agua del pozo los ingredientes,
controló el fuego y dejó que cociera lentamente.
Mi abuelo lo tenía todo preparado para la aventura que se nos
presentaba. Las cañas para el vareo de
los algarrobos y los sacos de yute esperaban.
Eran el mediodía, hora del Ángelus y el “barral” de vino de cosecha propia,
bajaba dentro del pozal lleno de agua
-para que no se saliera la botella- al fondo del pozo para que refrescara.
Mi abuela miró la cazuela y vio que había reducido el caldo y que
era hora de añadirle el agua que serviría para cocer el arroz y así lo hizo.
Peló y rompió a trozos unas patatas y los añadió. Cuando empezó a hervir echó
dos puñados de arroz por persona, removió
y dejó caer unos pimientos verdes tiernísimos de la huerta partidos por
la mitad, para que tocaran a trozo por plato. Era la una en punto del medio día. A comer.