RECORDS DE LA MEUA INFÀNCIA. PUBLICAT EN EL DIARI LES PROVÍNCIES
06-09-2014.
Todo había salido bien. El tiempo nos había
respetado y el moscatel ya brillaba en forma de pasa como oro que era. Mi
abuelo había dormido debajo del carro todo el tiempo que había durado el
secado. Cualquier signo en el tiempo era una gran preocupación por si llovía y
teníamos que empilar los cañizos y taparlo con las velas. Que si el Montgó se
había puesto la boina (nubes en la corona de la montaña), que si resplandecía
algún relámpago en el Coll de Rates,
había que estar precavidos. Y como no, por si alguien se le ocurría
acercarse a la era de noche podía ser amenazado escopeta en mano. Estaba en
juego la renta más importante de todo un año.
Los racimos de pasas los desgranábamos separando sus
los granos secos de las raspas y clasificándolos por tamaños (triar pansa),
para así venderla sacándole muchísimo mejor precio. Una brisa se colaba desde
el parral lleno de uva negra y se agradecía su presencia en el riurau.
Mi tía estaba atareada de buena mañana. Había limpiado
y chamuscado muy bien unos piececitos de cerdo que en aquella época estaban muy
bien de precio y los había puesto a
hervir en una cazuela. Había ido des bromando muy bien y luego añadió una cebolla
entera y una hoja de laurel. Dejó que el fuego hiciera su papel al menos
durante hora y media.
Más tarde, ralló unas cebollas y unos ajos metiendo
todo esto en una olla con un buen aceite de oliva cosecha propia a fuego lento para
que pochara. Cuando estaba dorado añadió los tomates rallados de la huerta y
dejó cocinar. Con el abundante zumo que había soltado los tomates hacía
innecesario añadirle agua. Puso una buena cucharada de pimentón dulce y ahora
sí, añadió dos buenos vasos del caldo (más bien era gelatina) donde habían
hervido los piececitos y añadió estos junto con una guindilla. Tapó y los tuvo cocinando
al menos media hora a fuego lento para
que se mezclaran todos los sabores y redujera.
Mi abuelo estaba contento, l’escaldà había sido un
éxito y ahora ya tenía la cabeza en la vendimia que se acercaba. Metía el pedazo de pan en el aceite del
guisado con cara de satisfacción.