Foto de Alfredo Argilés |
Bivalvo (Arca noae ) de carne sabrosísima, y al mismo tiempo prohibidísima su extracción por particulares, puesto que está en peligro de extinción.
Se crían en lugares muy concretos, en el mar mediterráneo, frente a las costas del sur de Cataluña y Castellón y también en el Delta del Ebro. Son famosas en Vinaroz, donde aún se pueden degustar en algunos restaurantes.
Este apreciado marisco, molusco rosado de carne consistente y fuerte sabor marino, cuyo sabor está entre las navajas, el pepino de mar y las ostras, siendo su carne muy tierna. Vive en el interior de una concha bivalva de aspecto de piedra, tal y como puede apreciarse en la foto de Alfredo Argilés Perelló, de donde le viene el nombre de caja o arca. También es conocido como potes de bacó, peu de cabrit, noash's ark shell, arche de Noé, archenmuschel.
Apreciamos su interior con la foto de Juan Esteve, que como buen sibarita, las ha deleitado y disfrutado.
Su nombre de arca de Noé le viene dado por su forma parecida a las barcas antiguas que surcaban las costas del norte de nuestra comunidad, y su similitud con la de Noé. Los valencianos, lo de caixeta (cajita) porque para poder abrirlas en crudo, hay que encontrar un punto exacto (llave). Esa delicia encerrada en una cajita… Lo de los pie de… no me parece tan obvio pues no le encuentro ningún parecido.
Sencillamente abiertas al vapor, hervidas, a la plancha servidas con un chorro de aceite y limón… pimienta, o sin más, iremos comiéndolas poco a poco y encontrando su similitud con los sabores de las navajas... de súbito el gusto de los pepinos de mar... o simplemente el sabor más profundo de las ostras. Puro mar en boca.
Foto Juan Esteve. Visiones de un viajero. |
Según desveló Quique Dacosta en el periódico El País hablando de este molusco:
“Animal duro, parece una víscera llena de sabor a mar, y por eso al Arca de Noé se le debería dar un tratamiento de choque, una pre cocción a baja temperatura y en una bolsa de vacío, para que doblegase sus fuerzas.
Le sucede como al abalón, esa especie de ostra que tanto estiman en Japón. Su carne es tan recia que es preciso contarla en finas láminas cuando se pretende hacer con ella algún tipo de cocina ligera, caso de las tempuras, pues así se come allí.
Por eso es preferible hacer un guiso, y con el arca domesticada podríamos hacerla participar en un suquet, cuyos protagonistas comestibles serían la sepia y el calamar, aunque él participase de formas determinante, aportando ese sabor bravío que tiene y que lo distingue de los de su clase.
Entonces será necesario cocer la sepia y el calamar junto con el arca y una buena ración de patatas chascadas -ya saben, ni rotas ni cortadas, sino una mezcla de ambas- que al final recogerán los jugos que les prestan los compañeros de viaje”.