RECORDS DE LA MEUA INFÀNCIA. PUBLICAT EN EL DIARI LES PROVÍNCIES
16-08-2014
Llevábamos desde el amanecer en el bancal. Las
estoras debajo de los almendros recogían las almendras que íbamos
vareando del árbol con las cañas hechas a propósito en la luna de enero
y secadas convenientemente a la sombra. De ahí a los capachos de palma y
aireándolos al viento para que volaran las hojas entremezcladas, metíamos las
almendras en los sacos de yute.
Habíamos tomado un buen almuerzo a base de tortilla
de patatas y berenjena frita con un buen racimo de moscatel que ya estaba casi
casi a punto para escaldar y convertirlo en pasa.
Al medio día habíamos terminado la recogida.
Cargamos el carro hasta los varales y
nos dirigimos de vuelta a la casita. Era
la hora del Ángelus.
El triador ya estaba preparado, la tabla de madera
sobre caballetes esperaba el primer saco de almendras para descortezar y así
sacar la almendra limpia para su venta. Mi primer jornal también. Había pactado
una peseta por cada capazo que llenase. Mi sitio estaba reservado ya en la mesa,
me sentía persona mayor a pesar de mis
seis años.
Era medio día y olía que alimentaba. Mi abuelo
había puesto a refrescar en el pozo el barral de vino y un melón de piel de
sapo.
Mi tía había cocinado “Gachupa”, que no era más que
un potaje de verduras, donde cabía de todo. Cocina vegetariana por necesidad.
La carne era un lujo.
En la cazuela, puso
el aceite y sofrío la cebolla finamente picada. Puso la chirivía, la carlota, el nabicol y el nabo
blanco cortados a dados. Removió todo y puso la sal. Cuando estaba dorado, incorporó
dos puñados de lentejas y el pimentón dulce, le dio unas vueltas y cubrió con
agua del pozo. Cuando empezó a hervir puso la col con las hojas verdes que había
troceado.
Sobre media hora a fuego lento y añadiría las patatas rotas en dados grandes y en veinte minutos a servir. Probó de sal. Para integrar los sabores entre sí y el caldo apareciera espeso, le dio fuego fuerte los últimos diez minutos con la cazuela tapada. Manjar de dioses.
Sobre media hora a fuego lento y añadiría las patatas rotas en dados grandes y en veinte minutos a servir. Probó de sal. Para integrar los sabores entre sí y el caldo apareciera espeso, le dio fuego fuerte los últimos diez minutos con la cazuela tapada. Manjar de dioses.